jueves, 4 de septiembre de 2008

Fragmento

"...recordé que la noche anterior, cuando ya sólo quedábamos unos pocos, Ernesto San Epifanio dijo que existía literatura heterosexual, homosexual y bisexual. Las novelas, generalmente, eran heterosexuales, la poesía, en cambio, era absolutamente homosexual, los cuentos, deduzco, eran bisexuales, aunque esto no lo dijo.

Dentro del inmenso océano de la poesía distinguía varias corrientes: maricones, maricas, mariquitas, locas, bujarrones, mariposas, ninfos y filenos. Las dos corrientes mayores, sin embargo, eran la de los maricones y los maricas. Whalt Whitman, por ejemplo, era un poeta maricón. Pablo Neruda, un poeta marica. William Blake era maricón, sin asomo de duda, y Octavio Paz marica. Borges era fileno, es decir de improviso podía ser maricón y de improviso simplemente asexual. Rubén Darío era una loca, de hecho la reina y el paradigma de las locas.

(...) Una loca, según San Epifanio, estaba más cerca del manicomio florido y de las alucinaciones en carne viva mientras que los maricones y los maricas vagaban sincopadamente de la Ética a la Estética y viceversa. Cernuda, el querido Cernuda, era un ninfo y en ocasiones de gran amargura un poeta maricón, mientras que Guillén, Aleixandre y Alberti podían ser considerados mariquita, bujarrón y marica, respectivamente.

(...) Y volvamos a España, volvamos a los orígenes -silbidos-: Góngora y Quevedo, maricas; San Juan de la Cruz y Fray Luis de León, maricones. Ya está todo dicho. Y ahora, algunas diferencias entre maricas y maricones. Los primeros piden hasta en sueños una verga de treinta centímetros que los abra y fecunde, pero a la hora de la verdad les cuesta Dios y ayuda encamarse con sus padrotes del alma. Los maricones, en cambio, pareciera que vivan permanentemente con una estaca removiéndoles las entrañas y cuando se miran en un espejo (acto que aman y odian con toda su alma) descubren en sus propios ojos hundidos la identidad del Chulo de la Muerte. El chulo, para maricones y maricas, es la palabra que atraviesa ilesa los dominios de la nada (o del silencio o de la otredad). Por lo demás, y con buena voluntad, nada impide que maricas y maricones sean buenos amigos, se plagien con finura, se critiquen o se alaben, se publiquen o se oculten mutuamente en el furibundo y moribundo país de las letras.

-¿ Y Cesárea Tinajero, es una poeta maricona o marica? -preguntó alguien.

-Ah, Cesárea Tinajero es el horror- dijo San Epifanio."

Roberto Bolaño (1953-2003), Los detectives salvajes.

Y pocos días después de las palabras de Ernesto San Epifanio (¿marica? ¿maricón?) quien las narra, el joven poeta García Madero, junto a Ulises Lima y Arturo Belano, partieron hacia el desierto de Sonora tras las huellas de la desparecida poetisa Cesárea Tinajero...



2 comentarios:

Pussy Galore dijo...

y despues de eso, no entendi nada ;)

Juan Antonio dijo...

Es inmensamente jodido hablar de esta novela, y de su autor, a no ser que recurras a los conceptos más supra culturetas de erudito que nos caen tan mal. Parece estar entre "En busca del tiempo perdido" y "Rayuela", pero en cambio me enganchó...Aunque no tengo las menores ganas de tragarme su supuesta otra gran novela, "2666" y ni siquiera de releerme "Los detectives" de cabo a rabo otra vez. Pero si estoy aburrido y reabro el libro por una página al azar me entra el flipe, y mientras me la leí hace ya unos años, me recuerdo en estado de alucinación permanente. En fin, los conceptos esos pedantes a los que me refería al princio son del estilo "exprimir todas las posibilidades y variantes del castellano al completo", "argumento disfrazado de no-argumento", "descripción minuciosa de la realidad hasta hacerla sonar irreal" y resto de presuntas soplapolleces y charlatanerías que se me caen fácil en días tontos.