domingo, 28 de septiembre de 2008

Goodbye, Fast Eddie

Han escrito de él que sumergía su cara en un bol con hielo por las mañanas y se bebía una caja de cervezas entera a lo largo de la jornada; lo primero no me ha sorprendido realmente, ya que lo entiendo como una especie de obligada penitencia por el extraordinario adn con que la naturaleza le premió gratis total; lo segundo, no me lo quiero creer, porque si lo hago, me darán ganas de imitarle y lo más probable es que tantas birras ni a mí, ni a nadie, nos sienten igual de bien.

Esta tarde me apetece echarle un nuevo vistazo a los duelos entre Eddie el Rápido y el Gordo de Minnesotta, esa dura lección en blanco y negro y gris sobre la dolorosa conquista de la madurez.

Y aquí el obituario que le ha dedicado el maestro Carlos Boyero.

1 comentario:

Ticha789 dijo...

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