Je, cada vez que voy al médico siempre acabo igual. Me río porque supongo que no seré el único al que le pasa, y sé que estas cosas no se suelen contar. Y con razón.
A ver si me seguís. Vas al médico. Te manda unas radiografías, se huele que algo raro hay. Vuelves al médico. Con las placas cogidas con el sobaco. El hombre estudia la siniestra transparencia, y llama a un compañero o a su enfermera (con la enfermera es mucho mejor). Ambos hablan bajito, el doctor se atusa la perilla y de vez en cuando, sin dejar de mirar la radiografía, dibuja semicírculos en el aire con sus dedos. Normalmente, en ese momento la enfermera se abrocha el botón de arriba de su bata. Me medio sonríen, apurados, pero ya sé de qué va la cosa y no me entra miedo. Lo detectan y acaban optando por dejar salir sus carcajadas incrédulas. En la placa que fotografía mi interior se divisa un punk. Con cresta verdosa, que era la silueta que dibujaban con los dedos. Anillos de calaveras, muñequeras con pinchos, piercing en las cejas y hasta un diente de oro. Uno de esos que piden cigarros por la calle y, como dijo alguien, se beben su litrona a solas en un portal después de follarse a Kate Moss.
NATURALEZA EN MOVIMIENTO
Hace 9 años
3 comentarios:
Síndrome de punkitis?
Puah, yo a los punkis me los como para desayunar.
Es por ésta época del año, Pussy. Se acaba el verano, se me recargan las energías y me pongo punki.
Bonita prosa. Y eso que es punki.
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