martes, 14 de octubre de 2008

Mi apocalíptico amigo imaginario

Le llamo imaginario porque un pavo como él, definitivamente, no puede ser real. Juzgad vosotros mismos a partir del rollo que nos soltó la otra noche, un pacífico viernes como otro cualquiera a las 3 A.M.

"...Si, procedente del estado, vuelve la pasta, se creará un ambiente ilusorio, y a medio plazo, si no es corto, volveremos a lo mismo. Pero peor. Entonces sí que el dinero habrá dado un gran salto a las manos privadas. Y no me parece mal que el Estado haya salvado los culos, los pringados salvando a los bancos que los estrangulaban, no me parece mal sólo por sentarme a disfrutar del espectáculo de la hijoputez humana cuando, con el tiempo, salgan a explicar que eso no fue así y se inventen sus disparatadas versiones contando lo que quieran que nos creamos que fue. Saldrán en la tele diciendo mamonadas, mirando limpiamente, ¿sabéis?, estoy ahora pensando en aquellos asesinos programados de la CIA y el KGB. Un Estado inyecta una mil-millonada para salvar a un banco a cambio de, y esta es la jugada, un 49%. De los futuros ingresos que haga el banco gracias a la pasta que el Estado le ha inyectado, éste se llevará un 49%...Un 51% el banco. Y ese 51% no significa la mitad más uno por ciento. Ese 51% significa TODO. Es el precio de la influencia. Carísimo, el precio de la influencia. La factura del poder absoluto. Y ya no hay más: para el resto de cuestiones de ahí en adelante, decidirá la mesa que haya acumulado infinitos cincuenta y uno porcientos durante años y sobre las cientos de miles de millones de transacciones grandes y pequeñas que se hayan hecho durante esos años. Y esa diferencia hará insignificante a la otra parte. Y ganarán ellos. Ganarán los mismos bolsillos que decidirán sobre centenares de operaciones simultáneamente y donde también empezarán a negociar después de haberse quedado ese fenomenal 51% de un capital x con ceros y ceros detrás.


Y volveremos a lo mismo. La codicia. Ahora todos otra vez a medirse quién la tiene más grande, al si-no-lo-haces-tú-lo-hará-otro, volverá la vieja orden a los robots, que por algo robot significa esclavo en checo, y la pobre gente se lo creerá otra vez, y volverán los chanchullos y las grandes operaciones de esos seres inferiores, porque eso es lo que son, inferiores. Y volverán a especular con un dinero que no existe. Comprarán a cuenta de lo que esperan sacar de sus ventas. De nuevo estarán endeudados a partir de un dinero que nunca tuvieron realmente. Y ¿cómo pagar las deudas generadas por un capital que nunca existió? Los infraseres mirarán otra vez al Estado, ahora llorando y pataleando y revolcándose porque esta vez sí que no habrá mucho más para regalarles. Y la gente irá perdiendo su trabajo. Y los bancos necesitarán cobrar los intereses. Y las grandes corporaciones se fundirán, y tendrán más y más capital en menos manos, pero al mismo tiempo creerán que no podrán sobrevivir mucho sin meterse en la saca lo poco que quede bajo las administraciones de unos estados enfermos de anemia ya. Y las leyes sólo podrán ser brutalmente antipopulares… Puede que aquí aparezcan las primeras revueltas, me las imagino muy clásicas, como las que venían en los libros de Historia en BUP. Quizá para entonces las multinacionales vayan tentando ya a los ejércitos, porque ellas, por mal que estén, empezaron éste último tangue con mucho más dinero y en la posición ventajosa. Estoy hablando del Pandemónium Definitivo de la Mafia.


¿Qué habrá después del capitalismo? ¿Será una especie de Edad Media Futurista, rollo Mad Max? ¿Un paisaje post-apocalíptico de nuevos señores feudales y guerreros cyberpunks? ¡Guapo, ¿eh?! ¡Que empiece ya, coño! ¡Vamos a asesinar impunemente a nuestras bandas rivales! ¡Despellejémosles! ¡Violemos y preñemos a sus putas! ¡Y después, que se desangren pariendo por ahí, en el campo! ¿Por qué ponéis esa cara? ¿Os hace gracia? Vale, descojonaos si queréis, pero ¿dónde está la sorpresa? No jodáis, no pasa nada, miradlo fríamente ahora: ¿a qué otra cosa podía llevar el capitalismo? Pez come pez, perro come perro, y bien contentos qué estábamos, ¿no? Sin culpabilidades: ninguna otra cosa funcionaba, sólo que este quilombo sólo podía terminar así. Las generaciones cuidan de sus sucesoras inmediatas, pero a las de un poco más allá, que las follen. Somos muy absurdos pero nunca lo pudimos evitar. Quedan pocas curvas hasta el momento de la petada final, hay que asumirlo y ya está. Total, ni vosotros ni yo podremos hacer nada que no sea dejarnos arrastrar por lo que venga. Vivamos tranquilos, porque nuestra voluntad está superada. Estrés cero, colegas.


Y, con época de violencia cyberpunk o sin ella, algún día volveremos a las cuevas. Supongo que paulatinamente al principio, primero la típica peña de iluminados que pasan de todo, pero masivamente al final. Y como en las pelis de intriga, nosotros no mataremos a la Tierra, sino que ella ganará. No me toméis ahora por uno de esos piojosos pachamamas enrollaos, son de lo puto peor que hay, cuando llegue a cyberpunk serán los primeros a por quienes vaya, eso si puedo soportar el puto asco que me da hasta acercarme a los perroflautas estos. Pero todo tendrá sentido al fin: habitamos un medio que existe desde hace más de 40 millones de años, y nosotros aparecimos por aquí de puta casualidad hace sólo quince mil añitos de nada. Nos ilumina una estrella de cientos de miles de millones de años de antigüedad. La vegetación ganará la partida. Los depredadores simples. Nuevas y extrañas criaturas nacerán a partir de mutaciones entre la naturaleza y la basura que dejamos sobre la tierra y el agua. El proceso seguirá y nosotros sólo fuimos un chiste malo, un ridículo accidente en él.


Pero en el fondo, después lo piensas bien y dices, joder, ¿y qué más da?"

Como los demás habíamos desconectado a mitad de semejante filípica, pues con eso último nos quedamos, nos abrimos otra lata y por fin reanudamos nuestra partida en la play.

1 comentario:

Ticha789 dijo...

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